lunes, 30 de julio de 2007

Gorda de alma

Hace ya unos días decidí visitar a mi nutricionista. Tras haber bajado 4 Kg. y haber cumplido a rajatabla el plan alimentario que me habían dado, sentía que era merecedora de aplausos y, aún más importante, una suba cuantiosa de las calorías diarias permitidas. Hacia allí me encaminé entonces.

Fue un largo viaje hasta capital, pero me reconfortaba el hecho de que seguramente sería el último, o casi. Llegué en horario y me anuncié en recepción, donde una amable señorita me informó que, afortunadamente (¿afortunadamente?), ya me habían hecho una tarjeta personal de la clínica (más tarde esta tarjeta pasaría a denominarse "mi tarjeta de gorda") con la cual podría comenzar a sumar puntos cada vez que fuera. Tomé la tarjeta y le agradecí a la muchacha mientras me alejaba de ese lugar mirando aquel pedazo de plástico que me gritaba sin escrúpulos: "¡Obesa!¡Obesa!". Lo guardé rápidamente y lo segundo que vino a mi mente fue aún más trágico. Si me estaban dando una tarjeta para que sumara puntos, sin dudas es porque mis días de visitar la clínica no habían terminado, lo que es peor, tal vez recién estuvieran comenzando...

Luego de 20 minutos de espera, sale del consultorio la nutricionista, me llama y me saluda como si me conociera de toda la vida (era la segunda vez que iba en mi vida). El efusivo saludo con el que me recibió, la exagerada insistencia con la que me repetía lo flaca y hermosa que me veía me daba la pauta de que esa mujer era: o realmente muy hipócrita o marcadamente lesbiana. Opté creer en la primer opción debido a que, acto seguido, procedió a pedirme que me quitara la ropa para comenzar la revisación. De haber elegido la segunda opción, solo me quedaba salir corriendo del lugar, idea que (dada mi falta de calorías y concecuente falta de energías) no me atraía en lo más mínimo.

Después de la revisación y una nueva avalancha de halagos, las palabras mágicas fueron pronunciadas "Ya es hora de cambiarte la dieta". La felicidad duró lo que el silencio entre esa frase y la siguiente. Sacó una hoja del escritorio y prosiguió "ahora, un día a la semana tenés que comer SOLO ensalada de frutas". De ahí en más las cosas no mejoraron, la dieta permanecía muy parecida salvo leves cambios que no compensaban el día de ensalada de frutas en lo más mínimo. La visita terminó con un "volvé cuando hayas bajado 6 o 7 Kg. más..." y el infaltable saludo efusivo.

En el camino de vuelta me dediqué a escuchar la radio, para despejar mi mente de semejante desilusión, pero era miércoles, y había "gorda con helado" anunciando sus 10 mandamientos. Creo que no me queda otra que seguirlos, me lo dice mi tarjeta. Se los transcribo a continuación para que esten prevenidos...

1. Amarás el helado sobre todas las cosas.
Las gordas no discriminamos, no nos abrazamos a ninguna marca ni sabor. Todo es bien recibido, incluso los de palito. A las gordas no nos da vergüenza raspar el telgopor cuando se está acabando, ese ruidito es la canción con la que termina una película con final feliz.


2. Histeriquearás a tu prójimo.
Las gordas nacemos con el don de histeriquear. De chiquitas creemos que nuestro novio es papá y se lo decimos a todos, viendo en nuestra madre a una competidora. Luego histeriqueamos compañeritos del colegio, maestros y hasta kioskeros (a quien más de una vez le dimos una sonrisa a cambio de un caramelo).


3. No romperás demasiado las pelotas.
Las gordas tendemos a reprochar, exigir, patalear, gritar, mandonear y eso está muy bien. Es nuestra esencia, pero no podemos ser obvias. Por eso debemos camuflar estas actitudes genuinas para despistar al prójimo y que no se abatate ante nosotras. Somos Gordas, no Feministas.


4. No dirás siempre la verdad.
Las gordas somos auténticas y debemos seguir siéndolo cuando mentimos. La verdad no nos lleva por buen camino en todos los casos. Hay que ser medidas y contar hasta donde nos conviene, siempre. Ocultar información no es mentir.


5. Las amigas no existen.
Las gordas, como Keanu Reeves en Matrix, somos elegidas. Y sabemos que la palabra “amiga” es irreal. Sabemos que lo que la media llama amiga para nosotras es un ser falso, un rival.


6. No prestarás aquello que quieres por demás.
Las gordas somos solidarias con los hombres. Con las mujeres poco y nada. Podemos llegar a prestarles lo que nos sobra. Jamás prestamos ropa, cosméticos, accesorios y si nos piden el celular le decimos que no tenemos crédito.


7. No considerarás engaño cuando hay alcohol.
Las gordas sabemos que tenemos menos tolerancia a los efectos del alcohol. Y también sabemos que ellos lo saben. Por eso si estamos en pareja y lo hacemos con otro borrachas no es engaño. Ese momento es como cuando nos invitan un helado, es imposible oponerse.


8. Comprenderás al hombre como cachorrito que es.
Las gordas debemos recordar siempre que el hombre necesita tan poco para ser feliz que es nuestra misión complacerlo. Nuestra pareja es feliz comiendo, teniendo sexo y viendo fútbol. Por eso si come bien y le jugás un poquito te va a amar y te va a ser fiel. Y si no, probablemente ni te enteres.


9. Vivirás en tu burbuja sin culpa.
Las gordas tenemos pasatiempos tontos: nos gusta ir al Puerto de Frutos el domingo, llorar, hacer las compras y pagar con débito, robarnos cosas de los telos. Todo eso está muy bien. La culpa es mala. Fush fush…


10. Serás contradictoria.
Las gordas sabemos que es muy probable que digamos una cosa y hagamos otra, y eso está bien. Pero debido a este comportamiento a veces los hombres nos tratan de locas y seguramente tienen razón. Lo importante es que no se la demos.

(No me digan que no soy gorda porque... ya lo sé =) )

3 comentarios:

Mad Bunny dijo...

xD

Her... dijo...

el alma de gorda la tenes seguro porque cumplis 8 o 9 de los 10 mandamientos a rajatabla xD

She dijo...

Jaja... ¿Tantooo?