Todo comenzó hace una semana cuando decidí ir en busca de un shampoo al supermercado. Llegando a la góndola de perfumería, ya sabía con lo que me iba a encontrar, innumerables marcas con innumerables modelos cada una. Para cabello fino, grueso, con control de caída, para la caspa, para cabello teñido, decolorado, rubio, negro, rojo, para nutrir, para proteger contra los rayos UV... Para cuando terminaste de leerlos todos, no sólo no sabés que es lo que querés, sino que si por una de esas casualidades te decidiste ya no sabés en dónde estaba el producto de tu elección.
Pero yo me concentré, lo analicé, los leí a todos cuidadosamente, los comparé y finalmente me llevé, lo que yo creía, era una versión diferente del que uso habitualmente (lease, el que compré las últimas dos veces).
Y bueno... Hace una semana que me estoy lavando el pelo con crema enjuague. Con razón tenía el pelo tan aplastado...
¿Hace falta hacer los envases taaaan parecidos? Es cierto, yo no lo leí bien, pero media pila...
1 comentario:
Jajajajaja... no te la puedo creer.
Tanta investigación para después no leer la letra chiquita que dice lo más importante :-/
Publicar un comentario