¡Qué bajóooon... !

Era un día de facultad como cualquier otro, y como todos los miércoles que tengo una materia fácil, había pensado en faltar. Como ya lo había hecho la clase anterior, me armé de paciencia y buena voluntad y asistí. Me pasé la clase haciendo dibujitos en el borde de las hojas, y más tarde dentro de las hojas porque los bordes se acaban rápido.

Finalmente, se hizo la hora de salida, tomé mis cosas y encaré a la salida, pero estaba de buen humor, relajada, sin apuros y pensé: "voy a ser buena novia y me voy a quedar esperando a que salga él para llevarlo a su casa" y además, de paso, aprovechaba para leer un par de cosas que no había terminado. Le mandé un mensaje, me senté en el hall y comencé la lectura. No me pregunten como, pero me enganché y para cuando me di cuenta eran las 10:40 y la facultad estaba prácticamente cerrando. Me levanté, me fui hasta la salida de subte y lo llamé. "Ya estoy llegando" me dijo. Pero hacia frío, asique comencé a pensar que podía hacer mientras esperaba. De repente, me corrió un frío por la espalda y me acordé: "El estacionamiento ya debe estar cerrando", y salí a correr. Pero fue en vano, llegué y no sólo estaba cerrado sino que además mi auto no estaba dentro y no me habían dejado ni siquiera una nota. Una miserable nota que dijera "Game over, vení a buscarlo mañana".
Y yo ahí, parada... en la noche, en una calle oscura, habitada sólo por indigentes que me gritan alguna que otra guasada, y algunos chicos que pasan y me piden monedas... Sola, sin saber volver, mirando un portón cerrado mientras la luz de la calle titilaba, a punto de apagarse...
Justo en ese momento me llamaste, y por lo menos ya no estaba sola. Pero... ¡Qué bajón volverme en tren!